20.3.09

20 de marzo DIA DEL NARRADOR ORAL


Cuando a veces nos preguntan ¿Por qué cuentan cuentos? ¿Para qué cuentan cuentos? Se nos hace difícil explicar algo tan íntimo. Sí, íntimo, porque la narración pasa por el alma. Entonces, paradójicamente, nos quedamos cortos de palabras para decir qué nos pasa. Algunos no pueden creer que narrar es una necesidad inmediata de decir la vida, de abrir puertas, de encontrarse con uno mismo. Algo nos toca al leer una historia y queremos decirla. Narrar es decir la vida sin moraleja ni animo de sermón, de igual a igual. El narrador cuenta la vida una parte de la vida de todos. Un instante que toca el alma.
Narrar es vida. El autor vivió la obra en su interior la plasmó en palabras. La historia espera segura, tranquila a ser encontrada. Vuelve a ser vida cuando el narrador la rescata, despierta y vivifica en su interior, la condimenta de su ser, de sus ansias, de su sentir y a través de su voz y su cuerpo lo entrega al que escucha. El narrador se entrega con la historia, y basta una oreja escuchando para que cumpla su misión: decir algo de la vida en un cuento. De allí...¡al universo! Jamás se pierde, jamás muere un cuento. Viaja en la palabra por la vida. Ese es su punto eterno.
Así fue desde un principio, y perduró al punto que solo la palabra rescata al hombre de hoy, solitario y apurado, ya sea en el diálogo con los demás, o en la formulación solitaria de sus sueños, que no son más que cuentos sin escribir. Y al igual que ellos: siempre hay uno más.
Un abrazo a todos aquellos que siguen creyendo en el uso de la palabra para el diálogo y fundamentalmente, el buen uso del corazón para hacer de la vida la mejor historia para contar cada día.

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